Jane y Nathan se conocieron a través de un amigo en común y, tras solo unas pocas citas, se volvieron inseparables. Después de algunos meses, Nathan le propuso matrimonio, convencido de que Jane era la indicada para él. Ella respondió con un «sí», y sus ojos brillaron de felicidad. Pero el día de la boda, todo se derrumbó. Cuando Nathan esperaba que Jane apareciera con un vestido blanco, ella entró vestida de negro.
«¿Por qué vistes de negro?», murmuró Nathan.
«Tu madre me lo contó todo», respondió ella con amargura.
«¿A qué te refieres?»
«Me dijo que me habías engañado con Lauren y que querías dejarme por ella. Visto de negro para llorar el amor que tuvimos.»
Nathan quedó atónito.
«¡Jane, eso no es cierto! Lauren es solo una amiga. ¡Nunca te engañé!»
«No te creo. Me has mentido todo este tiempo.»
«¡Mi madre intenta separarnos!», insistió él.
«No se trata solo de la infidelidad, Nathan. Sé tu secreto. No me dijiste que tu familia está al borde de la quiebra. Te casas conmigo para salvar tu empresa, ¿verdad?»
Nathan se quedó helado.
«Jane, déjame explicarte», comenzó, pero ella lo interrumpió.
«No hay nada que explicar. No puedo creer que fui tan tonta como para enamorarme de ti. Esto se acabó», declaró Jane, se dio la vuelta y salió de la iglesia. Nathan se quedó allí, paralizado, viendo marcharse a la mujer que amaba.
Sus amigos intentaron consolarlo, pero él sabía que lo había perdido todo. Durante meses, Jane no habló con Nathan y no podía perdonarlo. Cuando Lauren supo lo que había pasado, habló con Jane.
«Jane, entiendo lo que sientes», dijo Lauren. «Nathan realmente te ama, y entre nosotros solo hubo amistad.»
Jane negó con la cabeza.
«¿Cómo puedo confiar en él?»
«Dale una oportunidad para explicarse», insistió Lauren.
Después de hablar con Lauren, Jane decidió encontrarse con Nathan. Cuando entró en la cafetería, él la saludó con esperanza.
«Jane, gracias por venir. Quiero explicártelo todo.»
«Te escucho», respondió ella fríamente.
«Nunca te engañé con Lauren. Oculté que mi familia estaba al borde de la quiebra porque temía que pensaras que solo quería casarme por dinero. Te amo.»
Las lágrimas inundaron los ojos de Jane.
«No sé si puedo volver a confiar en ti.»
«Dame una oportunidad. Quiero luchar por nosotros.»
Jane pensó por un momento y luego asintió.
«Está bien. Intentémoslo.»
Nathan extendió la mano hacia ella y, cuando Jane la tomó, sintió que la esperanza volvía a florecer entre ellos.
