Llegué a casa, subí las escaleras y llamé al timbre como de costumbre. Silencio. Toqué la puerta, pero no hubo respuesta. Saqué las llaves y entré.
La escena que se presentó ante mí me dejó sin suelo bajo los pies. El televisor zumbaba. La puerta del refrigerador estaba entreabierta. En el suelo había cosas esparcidas: camisetas, toallas, juguetes infantiles.
Avancé y miré en el baño: había un charco de agua. Como si alguien hubiera salido corriendo de allí con prisa.
¿Dónde está mi esposa? ¿Dónde está mi hijo? No entendía nada. El teléfono de mi esposa estaba apagado.
De repente, escuché pasos detrás de mí. Continuará en los comentarios ⬇️⬇️
Llevo tres años casado. Mi esposa y yo nos conocimos en el trabajo, una historia bastante común: proyectos en común, almuerzos juntos, largas conversaciones. Después de la boda, la vida cambió.
Ella quedó embarazada y se fue de baja por maternidad, mientras que todas las preocupaciones financieras recayeron sobre mis hombros. Los días de trabajo se volvieron monótonos: por la mañana a la oficina, por la noche de vuelta a casa.
Mi esposa se encargaba del hogar, cuidaba de nuestro hijo, preparaba la cena, y yo sabía que en casa siempre me esperaría la comodidad habitual.
Pero aquella noche fue extraña desde el principio.
Abrí la puerta de casa, subí las escaleras y llamé al timbre como siempre. Silencio. Toqué la puerta, pero no hubo respuesta. ¿Tal vez está en el baño? Pero siempre escucha mis pasos. Saqué las llaves y entré.
La escena que se presentó ante mí me dejó sin suelo bajo los pies. El televisor zumbaba. La puerta del refrigerador estaba entreabierta. En el suelo había cosas esparcidas: camisetas, toallas, juguetes infantiles.
Avancé y miré en el baño: había un charco de agua. Como si alguien hubiera salido corriendo de allí con prisa.
¿Dónde está mi esposa? ¿Dónde está mi hijo?
Mi mente comenzó a trabajar a un ritmo alarmante. Lo primero que pensé fue en un robo. Pero no tenemos dinero ni objetos de valor en casa. Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Por qué todo parece como si alguien hubiera huido dejando todo atrás?
Con los dedos temblorosos, marqué el número de mi esposa. Tono de llamada. Luego, una voz fría e indiferente del buzón de voz: «El usuario no está disponible temporalmente».
Mi corazón latía con fuerza. ¿Tal vez llegué solo unos minutos tarde? ¿Tal vez si hubiera llegado antes, podría haber cambiado algo?
En ese momento, escuché pasos detrás de mí.
«Ah, cariño, ¿ya estás en casa?» — sonó su voz.
Me giré rápidamente. Mi esposa estaba en el umbral con una bolsa de compras. Tranquila. Sonriente.
«¿Qué ha pasado aquí? ¿Dónde está nuestro hijo? ¿Por qué tienes el teléfono apagado?»
Se quitó la chaqueta con calma y dejó la bolsa sobre la mesa.
«¿Cómo estuvo tu día?»
No pude soportarlo más.
«¿¡Qué ha pasado!? ¿¡DÓNDE ESTÁ EL NIÑO!?»
Mi esposa me miró y arqueó las cejas con sorpresa.
«Tranquilízate. Está con mi madre. Y yo solo salí media hora a hacer compras.»
«¿A… Y este desorden?»
Sonrió y se sentó en el sofá.
«Pregúntame qué hice hoy.»
Fruncí el ceño.
«¿Qué?»
Mi esposa se estiró, bostezó dulcemente y dijo con una sonrisa:
«Nada. Simplemente me relajé.»